La pandemia, para mí, fue un verdadero castigo de Dios. Antes de que comenzara todo me encontraba con 2 trabajos, 5 clases y aún así lograba mantener todo bajo control. La razón por la que me estaba sacrificando tanto es porque le deseaba dar una sorpresa a mi pareja (y a mi) para ir a Disney y tener una semana de descanso que tanto la necesitábamos. Una vez logré separar todo con el dinero que trabajé fuertemente para conseguir, la pandemia comenzó y cambió mi vida en un abrir y cerrar de ojos, haciendo que todos mis planes se arruinaran en menos de 2 días. Una vez desalojamos la Residencia Universitaria, y volví a depender de mis familiares, me hizo caer en una depresión, haciéndome pensar que nunca saldría, no iba a poder trabajar, tenía que depender de otros, no iba a poder ver a mis amistades y por esto, tuve que hacer un desbalance académico haciéndome un poco hostil con mis alrededores. Por otro lado, mediante la ayuda de mis profesores, amistades y familiares, aprendí a sacar más tiempo para mí, por el bien de mi salud mental y personal. Diariamente hacía distintas dinámicas las que me ayudaron a pasar los días con más facilidad y calma, hasta llegar al día actual.

Ruben Burgos Cruz
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