En el semestre que comenzó la pandemia del Covid-19, entre a mí a tercer año de universidad… esto significaba que las clases de concentración serian de noche debido a que la mayoría de la facultad en mi especialidad tienen sus propios empleos/negocios durante el día. Como consecuencia, parecía que “vivía en la Universidad” ya que no contaba con transportación y tenia que estar alrededor de 8-12 horas en el campus para poder asistir a estos cursos nocturnos. Realmente fue muy difícil para mí, sin embargo, a mediados de marzo se informo del primer caso de Coronavirus en la isla, y luego se declaro el toque de queda lo que dio paso a una educación virtual.

Gracias a esta nueva modalidad, pude sentirme mucho mejor física y mentalmente, poco a poco pude dedicar más tiempo para mí y cumplir con mis responsabilidades. Además, tengo que añadir que todo ese tiempo libre adicional no fue en vano, pues pude prepararme para ser presidenta de una asociación (la cuál se mantuvo como una de las más activas durante la pandemia), luego pude obtener varias ayudas económicas que luche durante mi bachillerato, he incluso pude obtener mi propio vehículo y por consiguiente un internado en mi área de estudios.

La pandemia fue para mí un respiro… una pausa que tanto necesitaba en ese semestre para evitar colapsar del cansancio, para renovar y crecer como ser humano. Estoy sumamente agradecida con todas las oportunidades que obtuve y por la solidaridad de mis amistades durante mi proceso de adaptación.

Actualmente, más de un año del comienzo de la pandemia, preferiría regresar presencial ya que queda poco para graduarme y extraño mucho el campus, sin embargo, seguiré con esperanzas de tener clases presenciales el semestre próximo. Finalmente, seguiré con esperanzas de tener clases presenciales el semestre próximo, por el momento me emociono cada vez que voy al campus a tomar #INF115.

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frodrigue11
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